“El milagro de ver nacer a una flor”: autor Ismael Clavero
Estuve meditando, mientras la tarde caía en las brumas de la noche, y contemplaba absorbido; un capullo de flor de dama de la noche, en el preciso y fugaz instante de su nacimiento. Cual un ladrón que acecha a la magia de lo efímero de esa flor que sólo vive unas pocas horas, cuando la noche y la luna la besan, y se marchita y extingue con los primeros rayos del sol. Embelesado, fui testigo de su nacimiento. Poco a poco, segundo tras segundo, la enredadera de retorcidas ramas de color verde agua, fue pariendo en el ocaso del sol que moría, el perfecto y largo capuchón estrellado que adentro suyo cobijaba a la flor de blanco inmaculado. Y pensé, por esos raros pensamientos que nos acaecen en el atardecer melancólico. Si no seremos para el universo que nos rodea y quizás tal vez también para nuestra madre Tierra, efímeros y preciosos cual esa flor que yo contemplaba. Y me dije, extasiado por la luz de haber entendido la verdad, que me dejó esa flor tan bella y breve. Que sí somos criaturas tan, tan efímeras. Porqué atesoramos objetos que tal nunca lleguemos a usar o necesitar. Porqué vivimos nuestras vidas tan llenos de la vanidad del que se cree eterno, sin entender tal vez, que quizás nunca podamos tener otro mañana.
Porqué nos dejamos vencer por el rencor, y nos negamos a perdonar a aquellos que nos han herido, guardándonos por la vida eterna, “ese horrible sentimiento” que quita la paz de nuestras almas. Si sabemos que toda felicidad nace del perdón.
Si solamente tenemos el Hoy. Si quizás nunca llegue el mañana. Por qué entonces negar un beso, una caricia, un consuelo, una caridad; un perdón. Un te amo, sin ningún interés de recibir algo a cambio.
Porqué no nos animamos a ser sólo por hoy, distintos y plenos. Si esa flor de tan corta vida que se nos ofrenda, y enseña en su existir breve el alma generosa del universo, que florece para nosotros únicamente. ..
¡Decídete! vive con la intensidad del viento y la pasión del fuego. Deja que tu alma emancipada vea lo que tus ojos no ven. Y entonces podrás ver de verdad, y comprender el misterio que guarda esa flor. Y descubrir al universo sobre ti.
Has como yo, anímate a olvidar las ofensas.
Entrégate en los brazos de la caridad sin que nadie te obligue.
Perdona de corazón a aquel que te haya ofendido.
Da consuelo al hermano que este triste.
Y ríe con el amigo que esté alegre.
Abraza a los que amas, tus padres, tus hijos, tus hermanos. Tu prójimo.
Y diles, si lo has olvidado, quizás abrumado por esta alocada vida. Que los amas y los necesitas, que les perdonas todos sus errores e ingratitudes. Pues has hecho carne en ti la enseñanza de la flor. La cual te dice que solamente tienes la gloria del hoy. Y solamente por hoy:
¡Amarás, perdonarás, acariciarás, reirás y cantarás de felicidad!
“Que el Infinito te bendiga en todo lo que emprendas. Es mi deseo, y un fuerte abrazo para vos que lees mi bitácora y me permites crecer junto a ti. Ismael.”