“Todo se abraza en el perdón, la divina gracia de María Santísima”
“Si vas, pues, a presentar tu ofrenda sobre el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda.”Jesús de Nazaret.
Con estas sabias palabras, el Señor nos dice que antes de pedir un milagro al Infinito, para poder poner la rueda de los acontecimientos positivos en acción, y a favor de nosotros; debemos liberar nuestro corazón de cualquier rencor que hayamos guardado en él. Pues de nada servirá nuestra intención de solicitar la ayuda de los ángeles, si tenemos mala vibración en nuestra energía espiritual. Recuerda que la Ley de la Atracción, dice: Que sólo se atrae lo semejante, si estamos en un estado de odio y venganza, nunca podremos atraer la felicidad a nuestras vidas. En cambio si llenamos nuestro corazón de paz y aceptación por el destino que nos acontece. La rueda de la fortuna empezará a moverse a favor nuestro.
Sé que no es fácil pedirte que perdones a aquellos que te han hecho tanto mal, pero si persistes en esa causa, solamente atraerás efectos nefastos hacia ti. El corazón de nuestro espíritu es de un color que sólo los ángeles pueden ver, y si tu corazón está teñido por el rencor, irremediablemente y a pesar de que te aman tanto, ellos no podrán estar a tu lado. Aquí te dejo una pequeña receta para alejar el rencor de ti, y abrazar al perdón. Porque en el perdón todo se abraza.
Pon frente a ti tres rosas de perfume, y color salmón, pues este es el color de la expiación. Enciende una velita de color rosada frente de una imagen de la Santísima, y ora:
Divina Madre, tú que perdonaste más allá de lo que ningún ser de esta tierra pudiera haber perdonado. Otórgame la gracia de perdonar.
Aunque este dolor se haya hecho carne en mí, y me desangre día tras día por “esa” ingratitud que tanto me hirió. Permíteme con tu luz hallar mi perdón.
Aunque “esa” persona se pasee delante de mí con altanería y soberbia, ocasionándome que me hierva de rencor la sangre. Otórgame la gracia de perdonar. Pues si yo perdono, me liberó de esta opresión y puedo continuar mi vida en paz y dicha, sabiendo que tú me perdonas todos los días.
Madre mía, tú que has contemplado mi dolor, y tus ángeles han visto el color de mi corazón. Permíteme que yo me perdone por mis debilidades. Y pueda aceptarme en mis flaquezas, pues de todo yerro y todo tropezón habré aprendido una lección que me hará más perfectible. Y si mis rodillas están lastimadas de tanto arrastrarme por el fango de la venganza. Sánalas Madre Santísima, y hazme ver la felicidad de perdonar.
¡Yo creo en ti Madre mía!
¡Yo espero en ti Madre Purísima!
¡Yo manifiesto en ti Madre Santísima!
: Así lo sea, y así lo será.
"Nota escrita por Ismael Clavero"
Autor del libro "El angel del regreso" compralo en Mercado Libre. com.ar