
“Leyenda comechingona del origen del universo” autor, Ismael Clavero.
(Comechingones: antiguos pobladores originarios de la provincia de Córdoba)
En el principio fue la Nada, y esta reinó sobre todos los confines del universo. Pero la Nada, al pasar siglo tras siglo, milenio tras milenio, se sintió sola. Entonces tomó de su propia oscuridad insondable, dos trozos de arcilla que moldeó a su gusto. Viendo asombrada, que uno de los trozos de blanda materia se ahuecó en su centro; simplemente la bautizó hembra. Pues su dedo podía pasar a través del agujero concavado, cual un perfecto anillo; embriagándola de gozo.
Al otro trozo de arcilla, que sin querer le desgarró una puntiaguda lonja con forma de lápiz, al herirla con sus largas y afiladas uñas mientras la manipulaba, le bautizó macho. Pues al pasar la forma fálica por su tenebroso vestido, le ocasionaba un placer infinito.
Después se puso a observar su Creación, embelesándose por horas de tanto contemplarla. Luego aburrida, para solo ver lo que pasaba, les sopló a los dos trozos de materia un hálito de vida. Y cual si fueran dos marionetas se puso a jugar con ambos. En un descuido de su parte, la Nada vio con emoción, que los dos ombligos de sus muñecos encastraron a la perfección; dando nacimiento ante sus asombrados ojos, al universo que conocemos, generándolo, dándole continuidad incesante.
Desde aquel lejano tiempo, que no dejó registro ni memoria, la Nada descansa tranquila en una hamaca de nubes; viendo jugar a sus hijitos. Pues descubrió accidentalmente la Ley de Generación. Mientras sus marionetas incansables no han dejado de divertirse entre sí. Encastrándose periódicamente, dando nacimiento a más y más universos.
“Esta leyenda de los antiguos habitantes de las serranías de Córdoba, está inspirada en antiquísimos relatos orales, que se fueron trasladando de generación en generación, hasta llegar a oídos de mi abuelo que me lo contó a mí, pues por sus venas corrían sangre española y sangre comechingona. Y nos cuenta de la primera desobediencia de nuestros padres primordiales, Adán y Eva, que desobedeciendo al Creador, unieron sus esencias para dar nacimiento al mundo que conocemos. La Ley de Generación fue ampliamente conocida por los sabios de Egipto y de Mesopotamia. Y en ésta otra latitud Americana del mundo, por nuestros ancestros indígenas. Narrada de manera tal vez distinta, pero semejante a todas las historias que hablan del paraíso perdido. Y de la tentación del hombre por encontrarse con su otra mitad femenina, aunque esto le llevara a perder su cielo.
Nunca olvidemos, somos fruto de una ley que nació por causa de la desobediencia. Pero nuestro Padre Celestial, en su inmenso amor por nosotros, nunca cerró por completo las puertas del paraíso, y nos dio el poder de ser co-creadores de nuestro destino y el universo que habitamos. Y es deber de toda alma el regresar a su morada de origen para hallar su felicidad imperecedera.