“La manifestación de la prosperidad a través de los sueños” autor Ismael Clavero.
¿Cómo anclar una petición de prosperidad? Seguramente ustedes se habrán preguntado muchísimas veces ¿Por qué las cosas nunca salen como las planeo? ¿Por qué si estoy tan preparado en lo mental, lo emocional, y lo corporal, todo me sale al revés? Y ven pasar enfrente de sus narices, a conocidos y familiares a quienes todo les sale de mil maravillas. Siendo que ustedes están infinitamente más preparados para progresar que ellos. ¿Y quieren que les cuente un secreto? A mí también me sucedía lo mismo. Veía asombrado alrededor mío, encumbrarse en grandes puestos de importancia y trabajos estupendos, a personas mediocres, sin temple. Pero también eran personas sin escrúpulos. Hombres y mujeres que de la noche a la mañana, les brotaba por doquier la suerte y el dinero. En cambio a mi nada me salía bien, por el contrario, iba de fracaso en fracaso, negocio que probaba lo arruinaba. Hasta que un buen día, enfadado con Dios y todos los Santos de la corte del cielo, les recriminé, gritándoles desaforado, envuelto en llanto y frustración, por todos mis fracasos. Y lo asombroso fue que al llegar yo a ese oscuro pozo del alma. Hice pie en el cieno del fondo y comencé a salir a flote. Y miré la vida desde otro ángulo más luminoso. Sé que no soy un millonario como Ricardo Fort o Marcelo Tinelli, pero tal vez ese no sea mi anhelo. Más bien mis ambiciones y metas están revestidas de una moderada demanda económica. Tener la tranquilidad de estar libre de deudas, no pensar en que mañana mi tarjeta de crédito me llamará para reclamar pagos atrasados. No salir a las corridas a pedirle prestado unos pesos a mis familiares y amigos, pues no podía llegar a cubrir mis gastos. En fin, ustedes amigos míos lo saben por experiencia propia. Pues la vida o el destino, o como le queramos llamarle, siempre se ensaña con los más aptos. Como si ese destino supiera de antemano hasta donde podríamos llegar con nuestras íntimas fuerzas. Lo concreto es que todos adoramos colocar nuestra cabeza en la almohadita por las noches, y sentirnos en paz, libre de ataduras y deudas, sin preocuparnos por el mañana tan incierto. Es verdad que para llegar a esta paz, hube de renunciar a muchas cosas, fiestas, viajes, vacaciones, reuniones con amigos. Y lo que más me costó fue renunciar a viejos paradigmas que me decían, que todo en la vida del hombre está escrito de antemano. Que nada pueden sus fuerzas contras las estrellas negras del destino. Pero allí andan sueltos por todo el mundo, los miles de desahuciados que la ciencia arrojó de sus hospitales. Los miles de “loquitos incomprendidos” que de la noche a la mañana, erigieron sus quimeras y castillos, transformándolos en oro solido. Gente que llegó al oscuro pozo del alma, pero no se quedó a vivir por siempre en él, pues aquella misma fuerza que lo obligó a ir hacia abajo, también tenía el poder de elevarlo hacia arriba, a la cumbre de sus cielos dorados de prosperidad y dicha. Yo me pasaba las noches estudiando la vida de aquellas personas que tuvieron el valor de vencer sus debilidades. No tuve que viajar fuera de mi ciudad, pues en mi propia vecindad pude contemplar a estos adalides de la vida, que supieron forjar con sus mentes lo mejor de sus sueños y llevarlos a la realidad. Pues como les diré, todo logro nace de un pensamiento, incluso uno mismo es el fruto de un pensamiento que nuestros padres soñaron. Esas personas triunfadoras me enseñaron la ley de la tenacidad, la ley de aprender, la ley del soñar. Esta última, importantísima ley que todos los libros de superación olvidan, y es quizás la más importante. “Pues la programación a través de los sueños es el camino al poder.” Esto decían los grandes sabios y profetas de antaño.
Un poder sutil llamado intento del infinito, o para los que somos cristianos, intento del Espíritu Santo. Un poder que tiene el Don de vincularnos con lo subjetivo de nuestro espíritu, y luego se manifiesta en plenitud en nuestras vidas. Algo que nos hace decir y pellizcarnos para creer que de verdad nos está sucediendo. Pues lo que nos sucede es lo que pedimos al Espíritu en nuestros sueños. Sé que es un trabajo arduo, los sueños que anhelamos deben ser escritos en un papel o carta, y todas las noches repetir la petición. Tanto golpearemos las Puertas del Cielo, que algún ángel nos saldrá por el camino a ayudarnos y guiarnos, por estos misteriosos senderos del aprendizaje.
Recuerda: Pide lo que tu conciencia acepte, y no sea dañoso para tu espíritu.
Di siempre, antes de dormirte: Que se manifieste lo que Dios crea justo y conveniente para mí. Y que los ángeles guardianes me cuiden mientras duermo.
SI TÚ ASÍ LO PIDES/DENTRO DE TU VIDA SERÁ.
Posdata de Ismael, para ti:
El trabajo mental en sueños, es nuestra fragua de trabajo espiritual. Y escúchenme bien lo que les digo, nada puede escapar a la fuerza de este poder. Un poder inconmensurable donde aprenderemos a curar y a curarnos. A sacar lo mejor de nosotros. Y volvernos adalides en el camino que hemos elegido como destino de vida. Unos serán grandes artistas, otros, devotos profesionales, y otros, encumbrados empresarios. El límite lo pondrán ustedes mismos. “Pide el cielo, para que os concedan la luna” decía un viejo proverbio. Y esto es verdad. El techo de nuestras ambiciones lo dará, cuán tanto queramos trabajar en pos de ese sueño. Y recuerda que no todos hemos nacido, ni querido ser millonarios. Pues para serlo se necesita vivir una vida semi-infernal de preocupaciones y constantes ajetreos. La felicidad suprema para unos, incluido yo también, es poder disfrutar de las cosas simples y bellas de la vida. Tener tiempo para dedicárselo a los seres que amo, a mis animales y mis plantas. Y por sobre todo a mis amigos los ángeles hermosos y fieles, que me guían por estos caminos que me acercan a ustedes.
Suerte y Felicidad para todos
