"Las enseñanzas de Don Ruarte"

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“LAS ENSEÑANZAS DE DON RUARTE”

 

Varios escritores, nos han narrado de historias sucedidas en mundos que están más allá de nuestra percepción; entre ellos, Carlos Castaneda, nos habla de otra forma de interpretar el mundo, según la milenaria enseñanza de los Chamanes del México antiguo, a esa forma de “ver” el mundo, ellos le llamaron “Segunda Atención”.

Mi abuelo, Francisco Antonio, fue el discípulo malogrado, de un famoso hechicero (Don Ruarte) de una zona del valle de San Javier, llamada “la cortadera” también lugar de  nacimiento de mi madre y sus hermanos. Es un paraje semidesértico, inhóspito y de agua un poco salada. Cuando pude pensar, como piensan los adultos, me dije “como puede brotar algo bueno en semejante desierto”

Con los años aprendí, como se aprenden de los golpes en la vida; que “el conocimiento” es una fruta exquisita, que cambia de árbol constantemente; a veces, sientes estar  a punto de tocarlo con las manos, y él, simplemente se te escabulle, cual arena fina de arroyo entre tus dedos. Otras, se disfraza de leyendas e historias casi indescifrables, donde lo que debes tener es un corazón abierto y en paz para interpretar esos símbolos escondidos tras esas “fantasías” como algunos le llaman.

No defender dogmas ni puntos de vista adquiridos con anterioridad, y sentarte a la vera de alguno de los tantos caminos solitarios que encontraras en mi valle. Y quizás, si el Infinito te cree merecedor para recibirlo. Algún viejo o viejecilla surgidos de la nada, se te aproximaran amistosamente a contarte una de las tantas historias, que el Universo, te cree capaz de develar. Y cual si pelaras una cebolla capa tras capa, pueda que ensueñes una historia que de tan real, se parecerá a la vida misma.

 

“Leyenda del origen del Universo”

 

En el principio fue la Nada, y esta reinó sobre todos los confines del universo. Pero la Nada, al pasar siglo tras siglo, milenio tras milenio, se sintió sola. Entonces tomó de su propia oscuridad insondable, dos trozos de arcilla que moldeó a su gusto.

Viendo  asombrada, que uno de los trozos de blanda materia se cóncavo en su centro; simplemente la bautizó hembra. Pues su dedo podía pasar a través del agujero, cual un perfecto anillo; embriagándola de gozo. 

Al otro trozo de arcilla, que sin querer le desgarró una puntiaguda lonja con forma de lápiz, al herirla con  sus largas y afiladas uñas, le bautizó macho. Pues al pasar la forma fálica  por su tenebroso vestido, le ocasionó un placer infinito.

 Después se puso a observar su Creación, embelesándose por horas de tanto contemplarla. Luego aburrida, les sopló a los dos trozos de materia, un hálito de vida. Y cual si fueran dos marionetas se puso a jugar con ambos. En un descuido de su parte, la Nada vio con estupor, que los dos ombligos de su invención encastraron a la perfección; dando nacimiento ante sus asombrados ojos, al universo que conocemos.

Desde  aquel lejano tiempo, que no dejó  registro ni memoria, la Nada descansa tranquila; pues sabe que sus dos marionetas, no han dejado de divertirse entre sí, encastrándose periódicamente, dando nacimiento a más y más universos.

 

Nota del autor, Ismael Clavero:

Estos pequeños fragmentos de escritura, que te ofrendo querido lector. Son parte de una ancestral escuela de “Saberes Antiguos” de mi valle de Traslasierra, departamento, San Javier y San Alberto, provincia de Córdoba. Cuyos maestros, las arenas del tiempo lograron devorar. Pero he aquí, la nueva semilla, que escuchando las voces ocultas de la Madre Naturaleza, logró abrir una de las muchísimas cajas de resonancia, y pudo escuchar sus palabras sabias.

En futuros encuentros, puede que la Divina Madre, entrelace nuestros senderos, y podamos compartir algo de lo tuyo y lo mío; que ella de seguro ha sembrado en nuestros corazones.

Que la Aurora de Juventud, que esta llegando desde lo profundo del universo, hacia nuestro hermoso planeta Tierra. Te traiga en este tercer milenio, la gloria del despertar de tu “segunda atención” para que puedas alcanzar tu libertad.

“Y que seas bendecido por el Infinito”- Como decía el maestro de mi abuelo, Don Ruarte.