“DIOSES QUE NO LO SABEN”
En cada carne sangrante hay una estrella que nos florece.
Y no está escrita en ella la indiferencia de la vida,
pero sí la causa de su origen.
Ni el viajero ha percibido en su camino,
la porfía del cardo que brota en lo más yermo.
No está escrita en tus horas la muerte,
ni sus verdaderas intenciones,
sólo el enigma de su aleteo
y su verdad que no aterroriza.
Toda ave teme al bebedero que saciará su sed,
y todo perro golpeado huye de la mano que lo quiere acariciar.
No está escrito que somos dioses,
que somos flores imperecederas,
aurigas de nuestro camino.
No, no está escrito en ningún libro,
la negación de sí mismos,
este infierno que nos posee la mente;
el miedo a sabernos dioses y la carne que a eso le teme.