CAPITULO Nº 12
EL NIÑO Y LA GOLONDRINA
Hay días en que la piel que envuelve tus muñones puja por estirarse. Como si quisiera parir otro par de piernas nuevas, como si la sangre joven que habita todavía en vos, deseara retoñarse en gajos nuevos y cubrirse de pimpollos…Pero en este silencio, en esta soledad tan tuya. En este pozo tan profundo donde no llegara nunca la tibieza de una primavera. Donde ya no sentís nada, pues el cuerpo se te volvió de piedra. Donde te has dejado vencer por la amargura, el desconsuelo. Y no sólo has sepultado a gran parte de tus camaradas, sino a vos mismo. Pues has llegado a creer que la vida pasara a toda velocidad por tu tiempo, hasta que de él no quede ni un recuerdo. Mientras tú, lloroso y angustiado, le quitaste tu presencia al acto más heroico; que es “el vivir”.
-QUIVIT, QUIVIT- Oís desde lo alto. Allá arriba, en el borde de ese mundo que te es tan lejano. Una inmensa cabeza de golondrina se asoma a tu pozo.
-¡Es qué nadie puede dejarme morir solo!- Refunfuñas.
-¡Hey tú! ¡Hey tú soldado!- Te dice desde lo alto una cabecita de niño que se asoma. Un niño pelirrojo de alitas azul y plata.
-¡Vete! ¡Vete al carajo! ¡¿Es qué nunca podré estar solo?!- Vociferas con los ojos enrojecidos de llanto y la voz entrecortada.
-¡¿Qué quieres que baje?! ¡De aquí no puedo oíros con claridad! ¡Me llamo Apamuni y ella es mi golondrina Tiyuca! Es un pozo muy profundo para llegar hasta ti; pero ella es una experimentada aviadora. ¡Vamos Tiyuca! ¡Planea! ¡Planea!
El niño montado sobre el inmenso cuello emplumado, dirige al pájaro. Algunos trozos de turba, teñidas de miedos y posibles cobardías, caen sobre tu rostro mientras ellos descienden.
Piensas que has caído en lo más profundo de la locura. Esta visión irreal te lo confirma.
-QUIVIT, QUIVIT- Canta la golondrina y te acaricia con su pico, mientras su ojo izquierdo gigantesco te escudriña.
-Me temo soldado, que estas a punto de convertirte en un cubito de hielo. A ver Tiyuca, caliéntalo con una de tus alas- ¿Puedes hablar muchacho?- Te pregunta el niño confianzudamente. Y al levantar tu mirada, te encuentras con su cara pecosa y radiante. Nunca habías contemplado un rostro más bello y puro. Nunca habías soñado este sueño.
-Soy Juan. Combatiente de Malvinas… Perdimos la guerra…y ella me perdió a mí.-Respondes con el rostro sombrío y avergonzado, tratando de esconderlo entre tus brazos cruzados.
-De las guerras solo se pierden los que quieren perderse- Te dice el niño- Con deciros, que acabo de regresar de una cruenta batalla.
-¿…Tú eres un ángel?
-¿No se me nota?- Contesta el niño, gastándote una broma, mientras se aparta de su frente un rebelde mechón pelirrojo de cabello.
-Pregunto… por las alas.
-Es cierto, todos los ángeles poseemos un par de alas. Aunque… pensándolo bien, los demonios también llevan alas; pero son alas tipo Batman, de murciélago. ¿Entiendes?
-Creo que estoy volviéndome completamente chiflado. Y tú eres una visión de mis chifladuras.
El niño, dando tres pasos hacia vos aprieta tu mano y sentís una leve corriente de aguas vivificantes que fluyen incesantes hasta tu corazón. Como chispitas de una alegría que no experimentabas desde hacía tanto tiempo.
-¿Te parece irreal esto?- Interroga el niño, irradiándole a todo tu cuerpo un precioso viento de calor que te inunda, hasta sonrojarte las mejillas; que segundos antes eran como de mármol sin vida.
-¡Eres de verdad!- Dices asombrado.
-Y Tiyuca también. Es una veloz nave. Quizás pueda sacarte de aquí. Pero me temo…Que ella sólo podrá cargarte en su lomo, si tú se lo pides con FE.
-¿Con FE de qué?
-Con FE en tu corazón. Verás, la energía que impulsa a volar a golondrinita, es pura energía de FE. Y si tú la montas, ella volara por la energía de tu FE.
- ¿Todavía no entiendo el asunto?... Si vuela conmigo un trecho por el cielo. ¿Y si en ese momento, dejo de creer?
-¡Entonces se vendrán a pique, ja, ja, ja!- Ríe el niño dando fuertes zapateos contra el suelo muerto, y éste, cual prodigioso milagro reverdece poblándose de miles de pequeñas florecillas.
-No le veo gracia a esto. Reírse de un pobre tullido.- Protestas enojado.
-¡Calla! ¡Calla que me ofendes! Sólo los ignorantes y los débiles se tienen lastima de sí mismos. ¿No creo que tú? Que fingiste siempre ser un hombre “duro” un héroe. Una extensión de tu bandera, tenga ese tipo de debilidades.
-¿De donde te enteraste de eso? ¿De la extensión de tu bandera? Si solamente yo y mi padre lo sabíamos.
-Apamuni lo sabe todo, lo hoye todo, lo ve todo.- Dijo con el semblante serio. Pero incluso en su seriedad, el ángel trasuntó inconmensurable amor.
-Entonces Juan se dio cuenta de que el niño era ciego. Y le preguntó- ¿Como has podido llegar a mí, si eres un ciego?... ¿tu ojos parecen quemados?
-Los ángeles vemos con el corazón, no necesitamos un par de ojos. A veces nos ponemos gafas con ojos, para no asustarlos a ustedes los humanos ¿entiendes?- Y velozmente se colocó unos extraños lentes que parecían ojos.
-Tenías tantas cosas para preguntarle a ese ser increíble. Pero sólo expresaron mezquinamente tus labios-No me explicaste todavía, eso de volar con FE.
-¿Recuerdas esa parte del nuevo Testamento? En qué Jesús caminaba por las aguas, enseñándole a Pedro, y él pudo caminar un corto trecho. Pero cuando miró las olas furiosas debajo de sus pies, dudó, y se vino a pique, ¡Ja, ja, ja!
-Entiendo lo que dices. Lo que no entiendo es que te rías del pobre San Pedro.- Y te finges irónico, pues cada palabra que sale de los labios de este ser incomparable; te demuelen sin piedad todas las especulaciones y barreras de tu mente, noqueándola.
-Los ángeles tenemos el don de la risa. Y esta nos fluye sin malicia. Nos reímos de la boca para afuera, como expresión de júbilo. En cambio los humanos, la mayoría de las veces ríen de la boca para adentro, enturbiando su corazón.
-No daña al hombre lo que de su boca sale, si no lo malo que sale de su corazón.-Dices, mientras una felicidad extraña no deja de cosquillearte el pecho, reavivándote.
-Elemental mi querido Watson. ¿Veo qué has leído la biblia?
-Y tú a Sherlock Holmes. ¡Ja, ja, ja!- Y te ríes. Por primera vez en todos estos largos meses, te ríes.
¿Será qué este niño te está cambiando el corazón sin que vos te des cuenta?
-Luego, como si tuviera mucha prisa, saca de sus vestiduras un frasquito de tónico y te lo da de beber, diciéndote- Es para ayudarte a recomponer tu voluntad. Es un ayuda conciencia que traje de tierras muy, muy lejanas. Tómalo con confianza, no temas.
Después se allega al pájaro gigante y se despide de ti, mientras se aferra cariñosamente del plumaje del ave, intentando subirse- Debo irme soldado. El paramo de la desolación no me es saludable, las plumas se me apelmazan por tanta humedad.
-… ¿Vendrás mañana, amiguito?- Preguntás con los ojos inundados de lágrimas.
-Mañana vendré. Porque me has llamado amigo, vendré. Con Tiyuca armaremos un plan para poderos sacar de este horrendo lugar. -¡Hasta mañana soldado!
-QUIVIT, QUIVIT- Cantó el ave. Y montando su gigantesca golondrina, se alejó volando por el inmenso agujero oscuro. Buscando la luz de los cielos que se divisaban allá arriba.
Cuando el niño se marcha, vos descubrís que no te gustaría por nada del mundo volver a sentirte solo. Que aunque el dolor, la angustia, la autocompasión, te hayan tendido alrededor cercos casi impenetrables. Anhelas con toda tu alma el amor y el calor de los tuyos. Este ángel emisario ha venido a demostrártelo. Y ahora, por nada del mundo lo cambiarías.
Pero todavía debes aprender a ser fuerte. ponerle las capas protectoras mentales que esta guerra le arrancó a tu conciencia.
Huir de este pozo de oscuridades y de fríos miedos, no va a resultarte nada fácil. La FE no se crea de un día para otro. Y en tus alrededores, el páramo de largas sombras retoca sus diabólicos ardides; para hacerte desistir.
