Las cajas donde guardamos el pasado feliz

“Las cajas donde guardamos el pasado feliz” autor, Ismael Clavero.
Mi tía Paloma solía tener unas cajas viejas y llenas de polvo, que siempre la acompañaban por todas aquellas casas adonde ella se mudara. Pues como era una mujer sin apegos, nunca intentó plantar residencia permanente. Su felicidad y costumbre era que al cumplir los dos años de contrato de alquiler, y vencido éste. Empacaba sus escasos muebles y pertenecías, decía adiós a todos los amigos que había recolectado en esos dos años. Y se lanzaba llena de curiosidad y expectativas a la aventura de descubrir su nueva casa: Otros arrendatarios en barrio a estrenar, como decía un cartel que todavía recuerdo, nuevos vecinos “llenos de frescura” decía ella. Lo que para mi tía era fuente de excitante emoción, descubrir quién sería el muchacho que atendía la verdulería de la otra cuadra. Cómo sería el carácter del vecino soltero que vivía al fondo del zaguán que conectaba los ocho departamentitos del inquilinato nuevo, etc. En aquellos tiempos los familiares de mi tía, no podían comprender esa manía de quererse mudar con insistencia cada dos años de morada. Y se sentían algo ofendidos, como mi tía Hilaria, que rezongaba que su hermana debía aborrecer a los suyos, por eso siempre se estaba alejando más y más de todos. Solamente yo la comprendía, y daba mi aprobación a su forma de vida. Ya que era el sobrino que primero le hacía una visita de cortesía apenas ella se instalaba en su nueva morada. El motivo de mi afinidad con tía Paloma, era que siempre estaba rodeada de gente nueva, gente fresca y feliz, de mentalidad abierta. Gente a la que mi tía solamente le conocía su cara linda, la primera que se muestra a los amigos nuevos. La otra cara, esa que se muestra con el tiempo y el trato de conocernos más, cuando la amistad es más profunda y se llega a ver endeveras como somos los seres humanos. Era omitida o pasada por alto por mi tía, y aquello era su fuente de jovialidad y juventud eterna. Aunque ya fuera una señora soltera que bordeaba los cincuenta años, su rostro siempre se encendía con el candor de una muchacha de quince años. Y su secreto, origen de todo ese positivismo que mostraba, era su desapego. Un desapego que no era falta de amor y cuidado por los suyos, pues siempre los iba a visitar a todos, llevándoles hermosos regalos o postres cocinados por ella; para que supieran que no los había olvidado. Por el contrario, los tenía a todos ellos en sus cajas del pasado. Sus fotos y recuerdos, con anotaciones de los momentos más felices que supieron ofrendarle: Una foto de ella y su prima Ernestina posando junto a dos pescadores en un Mar del Plata color sepia. Una cajita de perfume Mary Stuart, regalo de un novio llamado Rubén. Un diploma de la acción católica, con una notita a su pie que decía “Marita y Paloma, por siempre amigas” Una postal de recuerdo de aquella fiesta que no vi, pero que ella sí, cuando sus padres celebraron sus bodas de plata y decía: “Donde vayas hijita nuestra, el corazón de tus padres te seguirá la huella” ¡Y como la habían seguido aquellas huellas! Escondidas en sus cajas donde ella me contó que guardaba todo lo bello del pasado. Sus tesoros que cobijaba con veneración en sus cajas de momentos felices.
-Estas son mis cajas de la felicidad que viví junto a los míos- Me confesó tía Paloma, y abriendo una de esas cajas con primorosa ternura, sacó un pequeño baberito de raso color azul desteñido, que llevaba cosida una notita con mi nombre y ante mi asombro, cuando le pregunté de su significado por aquel baberito que alguna vez llevé puesto. Encendida de luz su mirada, me respondió- “Fue tu primer baberito que te compré, pues me diste el don más grande que pueda tener una mujer sobre la tierra”- Y besándome en la frente con un beso ruidoso, agregó- “¡Gracias por hacerme tu tía, tesoro mío!”
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.Sobre mí |
Duilio Ismael Clavero
Ismael nacio en la ciudad de Villa Dolores, provincia de Cordoba. En su adolescencia emigro junto con sus padres a la Capital Cordobesa, buscando edificar un porvenir. Escribe desde niño.Su ultimo libro es una novela que narra una historia de amor,entrelazada con aquella antigua leyenda del cacique Comechingon,y el Arcangel Uriel, que le supo contar su abuela paterna...
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